sábado, 5 de enero de 2013

Más allá de la izquierda y la derecha, Anthony Giddens

Por uno de los autores del blog:

1.      Introducción

El objetivo principal de este trabajo es realizar una reseña o recensión sobre la obra de Anthony Giddens Más allá de la izquierda y de la derecha. Para ello, el presente se estructura en cuatro apartados. El primero corresponde a la referencia bibliográfica completa de la obra, incluyendo el nombre de la editorial, el año de la publicación y el número de páginas. El segundo, a un resumen exhaustivo del libro, señalándose su estructura, la descripción del contenido y la organización de las ideas principales. El tercer apartado engloba una valoración crítica haciéndose referencia al lenguaje empleado, a la bibliografía, al estilo, a la facilidad de comprensión y a la presentación. Por último aparece la conclusión de la recensión donde se señala el interés y la utilidad de Más allá de la izquierda y de la derecha.

2.      Referencia bibliográfica

GIDDENS, ANTHONY (1996) Más allá de la izquierda y la derecha, el futuro de las políticas radicales, Madrid, Cátedra [1ª ed. 1994, Beyond Left and Right, The Future of Radical Politics, traducción de Mª. Luisa Rodríguez Tapia]. Número de páginas: 262.

3.      Resumen

La presente obra trata de definir el futuro de las políticas radicales haciendo una contextualización de las distintas fuerzas políticas presentes en el momento en que se escribió el libro. Abarca desde la nueva radicalidad del conservadurismo y del neoliberalismo hasta el nuevo socialismo convertido en conservador pasando por las políticas radicales de los “verdes”.                      

En una introducción  de apenas veinte páginas Giddens define una serie de conceptos claves para la mejor comprensión de la lectura posterior y el marco en el que debe constituirse la política radical. En un primer momento define el conservadurismo actual que adopta el capitalismo competitivo reflejado en el neoliberalismo y se aleja del conservadurismo filosófico, por tanto estaríamos hablando de un conservadurismo hecho radical, en contra del sistema establecido. Por otro lado, determina que el socialismo se ha hecho conservador, intenta preservar los últimos vestigios del estado del bienestar. Además, narra la aparición de nuevos movimientos sociales (el feminismo, la ecología, la paz y los derechos humanos), la incertidumbre fabricada (resultado de la intervención humana que intenta ser dueña de su futuro), la universalización (nuestras actividades cotidianas se ven afectadas por sucesos que ocurren al otro lado del mundo), y el orden post-tradicional (las tradiciones se ven expuestas a la vista de todos y se les exigen motivos o justificaciones).

Anthony Giddens habla también en la introducción, como he dicho antes, del marco en el que debe constituirse la política radical. Para él son claves seis puntos: reparar la solidaridad dañada, haciendo hincapié en la consecución de la confianza activa, desarrollar la política de la vida (emancipación, libertad,…), promover la política generativa, principal medio para abordar la pobreza y la exclusión social, democratizar la democracia, lo que él llama el alcance de la “democracia dialogante”, revisar el estado del bienestar, sobre todo lo referido a la pobreza mundial y el sistema del bienestar positivo, y, por último, reducir la violencia, “entender mejor al otro ayuda a entenderse a sí mismo”. (pág.: 28)

Nuestro autor acaba la introducción señalando que existen valores universales como “el carácter sagrado de la vida humana” (pág.: 29), los derechos humanos universales, la conservación de la especie y la atención a generaciones infantiles y futuras.

El primer capítulo lo dedica al conservadurismo, explicando cómo ha acabado adoptando el radicalismo. Lo primero que señala es que el viejo conservadurismo, el que se enfrentó a la Ilustración, está muerto. Un conservadurismo basado en la autoridad, la lealtad y la tradición ha sucumbido a la era post-tradicional y el nuevo neoconservadurismo sólo se afana en mantener instituciones clásicas como la familia o la Iglesia. La “nueva derecha” la representa el neoliberalismo que se esfuerza por defender el sistema competitivo de mercado, el individualismo económico, la coordinación espontánea y el fomento de la propiedad privada. Y, además, intenta identificarse con el antiguo conservadurismo, pretendiendo vincular la “nueva derecha” con las tradiciones conservadoras. Algo totalmente contradictorio porque “el viejo conservadurismo nunca estuvo a favor del individualismo moral” (pág.: 48)

El segundo lo destina al socialismo y a su retirada del radicalismo. Al igual que en el anterior, habla de los orígenes del movimiento político que como el conservadurismo surge con la disolución del ancien régime. En este caso el socialismo trata de: ir en contra de la tradición (como el liberalismo), hacerse con el desarrollo de la humanidad y dirigirlo de forma consciente y fomentar la lucha de clases. Giddens señala cómo  Durkheim  expone las dos preocupaciones principales del socialismo: la igualdad, “igualar por lo bajo” (pág.: 63), y la producción, “de cada uno según su capacidad, para cada uno según su necesidad” (pág.: 64) Expone luego una serie de críticas al “socialismo de mercado” que otros autores han defendido; escasa motivación, poca movilidad a otras empresas y desempleo estructural masivo.

La relación entre el socialismo y el estado del bienestar la realiza basándose en una obra de Anthony Crosland, The Future of Socialism (Londres, Cape, 1967). Primero se define el estado del bienestar: “el estado del bienestar consiste en un compromiso de clases que impide que las cosas lleguen a la revolución” (pág.: 78) Es el control recto de la vida económica y la protección de los desfavorecidos desde el punto de vista económico. Sirve, por tanto, para proporcionar las libertades y los medios de poder compensatorio, que se emplea para ayudar asegurar los derechos “sociales”, que  es lo que defiende el socialismo. Ahora bien, nuestro autor señala que es conveniente hacer una serie de consideraciones:
a)      Necesidad de centrarse en la relación ciudadanía y estado.
b)      Dificultad debido a la universalización de la eficacia del mecanismo de redistribución.
c)      El gasto público beneficia más a las clases acomodadas.
d)     El estado del bienestar va unido a un modelo de familia patriarcal.
e)      Los partidos tienen cada vez menos posibilidades de apoyarse en los seguidores establecidos y tienen que captar los votos de centro.
f)       La burocracia del bienestar tiende a ser inflexible e impersonal.
g)      El estado del bienestar se limita a los asuntos económicos y deja de lado otros, como los emocionales, morales y culturales.

En el tercer capítulo se centra en las revoluciones sociales de nuestra época, sobre todo en la universalización que provoca diásporas (dispersión de individuos humanos que anteriormente vivían juntos y comparten una cultura, ejemplo: judíos) y en la llegada de la política de la vida que debe determinar cómo debemos vivir en un mundo en el que todo lo que solía ser natural tiene que ser ahora objeto de elección o decisión. Son dos revoluciones sociales importantes que nos conducen a la incertidumbre fabricada y los entornos de riesgos universales. Mediante un esquema Giddens explica estos aspectos. La polarización económica causada por el capitalismo se soluciona con lo que llama “economía post-escasez” (situación donde el crecimiento económico deja de tener una importancia abrumadora), las amenazas ecológicas provocadas por el industrialismo con la “naturaleza humanizada” (la ecología, preocuparnos por la naturaleza)  , la negación de los derechos democráticos ocasionada por la vigilancia se soluciona con la “democracia dialogante” (relación entre la violencia y la posibilidad de comunicación dialogante, se explica en el capítulo IX) y la amenaza de guerra a gran escala desencadenada por los “medios de violencia” con el poder negociado (fenómeno que se acerca a la democracia).

Dos teorías de la democratización son expuestas en el capítulo IV. La primera es la llamada “ortodoxa”. Giddens escoge como exponente de esta teoría el planteamiento de Francis Fukuyama (The End of history and the last Man, Londres, Hamilton, 1992) Para este autor “la democracia liberal marca el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la forma definitiva de gobierno humano”. (pág.: 113) Los autoritarismos, según Fukuyama, fracasaron porque no pudieron desarrollar una legitimación satisfactoria de su propio poder. A estos planteamientos nuestro autor pone una serie de pegas a la democracia liberal de Fukuyama. Primero, esta democracia estimula el hedonismo y la búsqueda compulsiva y amargada del éxito material. Luego, provoca un relativismo de valores. Y, por último, se produce un descontento generalizado con el liderazgo político. En contraposición a esta teoría, Giddens desarrolla otra la llamada “democracia dialogante”. Ésta se ocupa del fomento del cosmopolitismo cultural y es un cimiento entre autonomía y solidaridad. Además estimula la democratización de la democracia, impulsada por la capacidad social de reflexión y la destradicionalización. Mediante el diálogo se crea una confianza activa, apreciándose la integridad del otro. Se trata, pues, de una “democracia deliberativa”. Esta democracia dialogante se relacionaría con la vida personal, siguiendo el principio de autonomía psicológica y material de Helder (pág.: 125) La confianza, la obligación y la solidaridad se darían en las distintas áreas de la vida personal. Por último, Giddens dice que el cosmopolitismo sería el hilo conductor entre la democratización de la democracia dentro del estado y las formas más universales de interacción entre los estados y otras organizaciones.

El capítulo V se centra en las contradicciones del estado de bienestar, siendo sus propios éxitos los que lo han debilitado. Porque ha hecho en primer lugar que las personas que reciben las prestaciones se conformen con esa situación (“cultura del conformismo” de Galbraith), produciéndose el egocentrismo de la mayoría conforme, luego la experiencia de perder el puesto de trabajo se ha hecho corriente y por último el estado de los “nuevos pobres” que se encuentran en situación de desigualdad en el mercado laboral.

El siguiente capítulo habla de la política generativa y el bienestar positivo. La incertidumbre fabricada sugiere la idea del bienestar positivo. Hay que tratar de buscar el origen de las cosas y no cómo paliar las consecuencias. Para explicar esto Giddens pone tres ejemplos: el del cáncer, el de la muerte en las carreteras y el de la esfera del matrimonio y la familia. Además señala los tres tipos de prevenciones: la primaria (prevenir), la secundaria (dejar el hábito) y la terciaria (responder a las patologías cuando ya se han desarrollado).

El capítulo VII narra la necesidad de pasar del estado del bienestar al bienestar positivo, porque “la felicidad se apoya menos en el dominio del mundo exterior que en el del mundo interior” (pág.: 187) y no tiene relación ni con la riqueza, ni con la posesión de poder. Es preciso desarrollar habilidades. “Los programas del bienestar positivo, orientados hacia el riesgo fabricado más que hacia el externo, estarían cultivados por el yo autotélico” (pág. 199) El estado del bienestar puede perjudicar la felicidad por el carácter compulsivo o por la desesperación. Por ello se debe promover la seguridad, la dignidad y la realización que son bienes escasos tanto para los ricos como para los pobres. Así llegamos al “modelo generativo de igualdad”, nuevo pacto entre ricos y pobre encaminado a: proteger el medio ambiente, proteger las tradiciones y solidaridades locales, una mayor flexibilidad laboral para los ricos, impedir la formación de clases inferiores y marginadas y aumentar el grado de felicidad (más derechos y más seguridad)

El capítulo VIII se centra en el radicalismo político renovado representado por los verdes. Distingue entre el “ambientalismo” (controlar el daño que se produce al medio ambiente) y el “ecologismo” (la naturaleza es tan importante como la tradición para el conservador) Por último el capítulo IX establece un símil entre la violencia doméstica y las guerras, defendiendo la idea de la democracia dialogante de que “comprender el punto de vista del otro permite comprenderse mejor uno mismo”. Y, ya en el final, podríamos decir que el último capítulo del libro es una recapitulación y una conclusión. La política radical debe basarse en una combinación de la política de la vida y la política generativa, señalando que el marco de dicha política debe centrarse en: la pobreza, la degradación del medio ambiente, la oposición al poder arbitrario y reducir el papel de la fuerza y la violencia en la vida social. La conclusión determina que ésta es la situación en la que los valores universales “tienen una verdadera posibilidad de salir adelante”. (pág.: 262)

4.      Valoración crítica

En mi opinión, Giddens ofrece una visión holística de lo que ha sido la política en las dos últimas décadas, como si de un visionario se tratase. La política contra la violencia de género, las políticas de cambio climático, la lucha contra la pobreza y en pos de la igualdad, tanto de clases como de género, la defensa del pacifismo, el interés de crear un sociedad universal (“Alianza de civilizaciones”),… parece ser que el PSOE en sus casi ocho años de gobierno haya utilizado los planteamientos de Anthony Giddens como rodrigón de sus políticas. Es increíble comparar las medidas tomadas con el gobierno con los postulados que promovía el sociólogo británico en 1994.
Según mi visión, la selección de fuentes (Crosland, Helder, Galbraith, Fukuyama,…) ha sido muy variada y enriquecedora aportando distintos puntos de vista sobre los temas a tratar. Además los numerosos pies de página potencian la verosimilitud y la posibilidad de acceder a nueva bibliografía. En cambio, echo en falta un aportado dedicado al final a detallar toda la bibliografía utilizada en el estudio. Por lo demás, la obra cuenta con un léxico rico y acertado en la expresión de las distintas ideas.

5.      Conclusión

Más allá de la izquierda y de la derecha es una obra que refleja con gran exactitud las causas y motivos que han inspirado a la mayoría de la izquierda occidental en los últimos años. Sobre todo a aquélla interesada en recobrar el espíritu radical de una época pasada. Para todo aquél que quiera aumentar sus conocimientos sobre la política de finales de siglo XX, esta obra es de gran utilidad porque expresa de una forma total y globalizadora los distintos debates que se vivían en esos años y que se han vivido a principios de nuestro siglo.

Para su lectura aconsejo fijarse detenidamente en la introducción, pues es cómo una pequeña hoja de ruta que te marca los contenidos que se van a desarrollar. También es importante detenerse en el último capítulo porque sirve para asentar bien todos los conocimiento expuestos , se hace como una recapitulación, y porque Giddens hace una serie de conclusiones muy interesantes. Me quedo con el último párrafo expresado en la página 262.

“La ética de una sociedad universalizadora y post-tradicional implica el reconocimiento de la santidad de la vida humana y el derecho universal a la felicidad y la realización, junto a la obligación de promover la solidaridad cosmopolita y una actitud de respeto hacia los organismos y entidades que no son humanos, en el presente y en el futuro. Lejos de ver la desaparición de los valores universales, ésta es quizá la primera ocasión, en la historia de la humanidad, en la que dichos valores tienen una verdadera posibilidad de salir adelante”.

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