1.
Introducción
El objetivo principal
de este trabajo es realizar una reseña o recensión sobre la obra de Anthony Giddens
Más allá de la izquierda y de la derecha.
Para ello, el presente se estructura en cuatro apartados. El primero
corresponde a la referencia bibliográfica completa de la obra, incluyendo el
nombre de la editorial, el año de la publicación y el número de páginas. El
segundo, a un resumen exhaustivo del libro, señalándose su estructura, la
descripción del contenido y la organización de las ideas principales. El tercer
apartado engloba una valoración crítica haciéndose referencia al lenguaje
empleado, a la bibliografía, al estilo, a la facilidad de comprensión y a la
presentación. Por último aparece la conclusión de la recensión donde se señala
el interés y la utilidad de Más allá de
la izquierda y de la derecha.
2.
Referencia bibliográfica
GIDDENS, ANTHONY (1996)
Más allá de la izquierda y la derecha, el
futuro de las políticas radicales, Madrid, Cátedra [1ª ed. 1994, Beyond Left and Right, The Future of Radical
Politics, traducción de Mª. Luisa Rodríguez Tapia]. Número de páginas: 262.
3.
Resumen
La presente obra trata
de definir el futuro de las políticas radicales haciendo una contextualización
de las distintas fuerzas políticas presentes en el momento en que se escribió
el libro. Abarca desde la nueva radicalidad del conservadurismo y del neoliberalismo
hasta el nuevo socialismo convertido en conservador pasando por las políticas
radicales de los “verdes”.
En una
introducción de apenas veinte páginas
Giddens define una serie de conceptos claves para la mejor comprensión de la
lectura posterior y el marco en el que debe constituirse la política radical.
En un primer momento define el conservadurismo actual que adopta el capitalismo
competitivo reflejado en el neoliberalismo y se aleja del conservadurismo
filosófico, por tanto estaríamos hablando de un conservadurismo hecho radical,
en contra del sistema establecido. Por otro lado, determina que el socialismo
se ha hecho conservador, intenta preservar los últimos vestigios del estado del
bienestar. Además, narra la aparición de nuevos movimientos sociales (el
feminismo, la ecología, la paz y los derechos humanos), la incertidumbre
fabricada (resultado de la intervención humana que intenta ser dueña de su
futuro), la universalización (nuestras actividades cotidianas se ven afectadas
por sucesos que ocurren al otro lado del mundo), y el orden post-tradicional
(las tradiciones se ven expuestas a la vista de todos y se les exigen motivos o
justificaciones).
Anthony Giddens habla
también en la introducción, como he dicho antes, del marco en el que debe
constituirse la política radical. Para él son claves seis puntos: reparar la
solidaridad dañada, haciendo hincapié en la consecución de la confianza activa,
desarrollar la política de la vida (emancipación, libertad,…), promover la
política generativa, principal medio para abordar la pobreza y la exclusión
social, democratizar la democracia, lo que él llama el alcance de la
“democracia dialogante”, revisar el estado del bienestar, sobre todo lo
referido a la pobreza mundial y el sistema del bienestar positivo, y, por
último, reducir la violencia, “entender mejor al otro ayuda a entenderse a sí
mismo”. (pág.: 28)
Nuestro autor acaba la introducción señalando
que existen valores universales como “el carácter sagrado de la vida humana”
(pág.:
29), los derechos humanos universales, la conservación de la especie y la
atención a generaciones infantiles y futuras.
El primer capítulo lo
dedica al conservadurismo, explicando cómo ha acabado adoptando el radicalismo.
Lo primero que señala es que el viejo conservadurismo, el que se enfrentó a la
Ilustración, está muerto. Un conservadurismo basado en la autoridad, la lealtad
y la tradición ha sucumbido a la era post-tradicional y el nuevo
neoconservadurismo sólo se afana en mantener instituciones clásicas como la
familia o la Iglesia. La “nueva derecha” la representa el neoliberalismo que se
esfuerza por defender el sistema competitivo de mercado, el individualismo
económico, la coordinación espontánea y el fomento de la propiedad privada. Y,
además, intenta identificarse con el antiguo conservadurismo, pretendiendo
vincular la “nueva derecha” con las tradiciones conservadoras. Algo totalmente
contradictorio porque “el viejo conservadurismo nunca estuvo a favor del
individualismo moral” (pág.: 48)
El segundo lo destina
al socialismo y a su retirada del radicalismo. Al igual que en el anterior,
habla de los orígenes del movimiento político que como el conservadurismo surge
con la disolución del ancien régime.
En este caso el socialismo trata de: ir en contra de la tradición (como el
liberalismo), hacerse con el desarrollo de la humanidad y dirigirlo de forma
consciente y fomentar la lucha de clases. Giddens señala cómo Durkheim expone las dos preocupaciones principales del
socialismo: la igualdad, “igualar por lo bajo” (pág.: 63), y la producción, “de
cada uno según su capacidad, para cada uno según su necesidad” (pág.: 64)
Expone luego una serie de críticas al “socialismo de mercado” que otros autores
han defendido; escasa motivación, poca movilidad a otras empresas y desempleo
estructural masivo.
La relación entre el
socialismo y el estado del bienestar la realiza basándose en una obra de
Anthony Crosland, The Future of Socialism
(Londres, Cape, 1967). Primero se define el estado del bienestar: “el estado
del bienestar consiste en un compromiso de clases que impide que las cosas
lleguen a la revolución” (pág.: 78) Es el control recto de la vida económica y
la protección de los desfavorecidos desde el punto de vista económico. Sirve,
por tanto, para proporcionar las libertades y los medios de poder
compensatorio, que se emplea para ayudar asegurar los derechos “sociales”,
que es lo que defiende el socialismo.
Ahora bien, nuestro autor señala que es conveniente hacer una serie de consideraciones:
a) Necesidad
de centrarse en la relación ciudadanía y estado.
b) Dificultad
debido a la universalización de la eficacia del mecanismo de redistribución.
c) El
gasto público beneficia más a las clases acomodadas.
d) El
estado del bienestar va unido a un modelo de familia patriarcal.
e) Los
partidos tienen cada vez menos posibilidades de apoyarse en los seguidores
establecidos y tienen que captar los votos de centro.
f) La
burocracia del bienestar tiende a ser inflexible e impersonal.
g) El
estado del bienestar se limita a los asuntos económicos y deja de lado otros,
como los emocionales, morales y culturales.
En el tercer capítulo
se centra en las revoluciones sociales de nuestra época, sobre todo en la
universalización que provoca diásporas (dispersión de individuos humanos que
anteriormente vivían juntos y comparten una cultura, ejemplo: judíos) y en la
llegada de la política de la vida que debe determinar cómo debemos vivir en un
mundo en el que todo lo que solía ser natural tiene que ser ahora objeto de
elección o decisión. Son dos revoluciones sociales importantes que nos conducen
a la incertidumbre fabricada y los entornos de riesgos universales. Mediante un
esquema Giddens explica estos aspectos. La polarización económica causada por
el capitalismo se soluciona con lo que llama “economía post-escasez” (situación
donde el crecimiento económico deja de tener una importancia abrumadora), las
amenazas ecológicas provocadas por el industrialismo con la “naturaleza
humanizada” (la ecología, preocuparnos por la naturaleza) , la negación de los derechos democráticos
ocasionada por la vigilancia se soluciona con la “democracia dialogante” (relación
entre la violencia y la posibilidad de comunicación dialogante, se explica en
el capítulo IX) y la amenaza de guerra a gran escala desencadenada por los
“medios de violencia” con el poder negociado (fenómeno que se acerca a la
democracia).
Dos teorías de la
democratización son expuestas en el capítulo IV. La primera es la llamada
“ortodoxa”. Giddens escoge como exponente de esta teoría el planteamiento de
Francis Fukuyama (The End of history and
the last Man, Londres, Hamilton, 1992)
Para este autor “la democracia liberal marca el punto final de la evolución
ideológica de la humanidad y la forma definitiva de gobierno humano”. (pág.:
113) Los autoritarismos, según Fukuyama, fracasaron porque no pudieron
desarrollar una legitimación satisfactoria de su propio poder. A estos
planteamientos nuestro autor pone una serie de pegas a la democracia liberal de
Fukuyama. Primero, esta democracia estimula el hedonismo y la búsqueda
compulsiva y amargada del éxito material. Luego, provoca un relativismo de
valores. Y, por último, se produce un descontento generalizado con el liderazgo
político. En contraposición a esta teoría, Giddens desarrolla otra la llamada
“democracia dialogante”. Ésta se ocupa del fomento del cosmopolitismo cultural
y es un cimiento entre autonomía y solidaridad. Además estimula la
democratización de la democracia, impulsada por la capacidad social de
reflexión y la destradicionalización. Mediante el diálogo se crea una confianza
activa, apreciándose la integridad del otro. Se trata, pues, de una “democracia
deliberativa”. Esta democracia dialogante se relacionaría con la vida personal,
siguiendo el principio de autonomía psicológica y material de Helder (pág.:
125) La confianza, la obligación y la solidaridad se darían en las distintas
áreas de la vida personal. Por último, Giddens dice que el cosmopolitismo sería
el hilo conductor entre la democratización de la democracia dentro del estado y
las formas más universales de interacción entre los estados y otras
organizaciones.
El capítulo V se centra
en las contradicciones del estado de bienestar, siendo sus propios éxitos los
que lo han debilitado. Porque ha hecho en primer lugar que las personas que
reciben las prestaciones se conformen con esa situación (“cultura del
conformismo” de Galbraith), produciéndose el egocentrismo de la mayoría
conforme, luego la experiencia de perder el puesto de trabajo se ha hecho
corriente y por último el estado de los “nuevos pobres” que se encuentran en
situación de desigualdad en el mercado laboral.
El siguiente capítulo
habla de la política generativa y el bienestar positivo. La incertidumbre
fabricada sugiere la idea del bienestar positivo. Hay que tratar de buscar el
origen de las cosas y no cómo paliar las consecuencias. Para explicar esto
Giddens pone tres ejemplos: el del cáncer, el de la muerte en las carreteras y
el de la esfera del matrimonio y la familia. Además señala los tres tipos de
prevenciones: la primaria (prevenir), la secundaria (dejar el hábito) y la
terciaria (responder a las patologías cuando ya se han desarrollado).
El capítulo VII narra
la necesidad de pasar del estado del bienestar al bienestar positivo, porque
“la felicidad se apoya menos en el dominio del mundo exterior que en el del mundo
interior” (pág.: 187) y no tiene relación ni con la riqueza, ni con la posesión
de poder. Es preciso desarrollar habilidades. “Los programas del bienestar
positivo, orientados hacia el riesgo fabricado más que hacia el externo,
estarían cultivados por el yo autotélico” (pág. 199) El estado del bienestar
puede perjudicar la felicidad por el carácter compulsivo o por la
desesperación. Por ello se debe promover la seguridad, la dignidad y la
realización que son bienes escasos tanto para los ricos como para los pobres.
Así llegamos al “modelo generativo de igualdad”, nuevo pacto entre ricos y pobre
encaminado a: proteger el medio ambiente, proteger las tradiciones y
solidaridades locales, una mayor flexibilidad laboral para los ricos, impedir
la formación de clases inferiores y marginadas y aumentar el grado de felicidad
(más derechos y más seguridad)
El capítulo VIII se
centra en el radicalismo político renovado representado por los verdes.
Distingue entre el “ambientalismo” (controlar el daño que se produce al medio
ambiente) y el “ecologismo” (la naturaleza es tan importante como la tradición
para el conservador) Por último el capítulo IX establece un símil entre la
violencia doméstica y las guerras, defendiendo la idea de la democracia
dialogante de que “comprender el punto de vista del otro permite comprenderse
mejor uno mismo”. Y, ya en el final, podríamos decir que el último capítulo del
libro es una recapitulación y una conclusión. La política radical debe basarse
en una combinación de la política de la vida y la política generativa,
señalando que el marco de dicha política debe centrarse en: la pobreza, la
degradación del medio ambiente, la oposición al poder arbitrario y reducir el
papel de la fuerza y la violencia en la vida social. La conclusión determina
que ésta es la situación en la que los valores universales “tienen una
verdadera posibilidad de salir adelante”. (pág.: 262)
4.
Valoración crítica
En mi opinión, Giddens
ofrece una visión holística de lo que ha sido la política en las dos últimas
décadas, como si de un visionario se tratase. La política contra la violencia
de género, las políticas de cambio climático, la lucha contra la pobreza y en
pos de la igualdad, tanto de clases como de género, la defensa del pacifismo,
el interés de crear un sociedad universal (“Alianza de civilizaciones”),…
parece ser que el PSOE en sus casi ocho años de gobierno haya utilizado los
planteamientos de Anthony Giddens como rodrigón de sus políticas. Es increíble
comparar las medidas tomadas con el gobierno con los postulados que promovía el
sociólogo británico en 1994.
Según mi visión, la
selección de fuentes (Crosland, Helder, Galbraith, Fukuyama,…) ha sido muy
variada y enriquecedora aportando distintos puntos de vista sobre los temas a
tratar. Además los numerosos pies de página potencian la verosimilitud y la
posibilidad de acceder a nueva bibliografía. En cambio, echo en falta un
aportado dedicado al final a detallar toda la bibliografía utilizada en el
estudio. Por lo demás, la obra cuenta con un léxico rico y acertado en la
expresión de las distintas ideas.
5.
Conclusión
Más
allá de la izquierda y de la derecha es una obra que
refleja con gran exactitud las causas y motivos que han inspirado a la mayoría
de la izquierda occidental en los últimos años. Sobre todo a aquélla interesada
en recobrar el espíritu radical de una época pasada. Para todo aquél que quiera
aumentar sus conocimientos sobre la política de finales de siglo XX, esta obra
es de gran utilidad porque expresa de una forma total y globalizadora los
distintos debates que se vivían en esos años y que se han vivido a principios
de nuestro siglo.
Para su lectura
aconsejo fijarse detenidamente en la introducción, pues es cómo una pequeña
hoja de ruta que te marca los contenidos que se van a desarrollar. También es
importante detenerse en el último capítulo porque sirve para asentar bien todos
los conocimiento expuestos , se hace como una recapitulación, y porque Giddens
hace una serie de conclusiones muy interesantes. Me quedo con el último párrafo
expresado en la página 262.
“La
ética de una sociedad universalizadora y post-tradicional implica el
reconocimiento de la santidad de la vida humana y el derecho universal a la
felicidad y la realización, junto a la obligación de promover la solidaridad
cosmopolita y una actitud de respeto hacia los organismos y entidades que no
son humanos, en el presente y en el futuro. Lejos de ver la desaparición de los
valores universales, ésta es quizá la primera ocasión, en la historia de la
humanidad, en la que dichos valores tienen una verdadera posibilidad de salir
adelante”.
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